En este artículo, no encontrarás la típica información aburrida y repetitiva sobre el colon, sus funciones o los síntomas que ya conoces de hace décadas. Aquí, quiero llevarte más allá de las palabras y las terminologías confusas que no te ofrecen soluciones reales ni demuestran un verdadero conocimiento del tema. En cambio, te hablaré de los mecanismos y las leyes orgánicas que rigen nuestro cuerpo y cómo pueden afectar a nuestro aparato digestivo.
Al igual que la naturaleza, nuestro cuerpo está sujeto a leyes básicas y simples. Por ejemplo, un cactus no puede sobrevivir en la selva, al igual que un elefante no puede vivir en el Polo Norte. Estas leyes son fundamentales y fáciles de entender.
Hoy, quiero hablarte de una ley vital para mantener nuestro cuerpo limpio y en equilibrio. Para ello, te haré una comparación. Imagina que tu cuerpo es como una casa, donde cada parte cumple una función esencial para mantener el equilibrio.
Esta analogía te va a encantar:
En esta analogía, las células de nuestro cuerpo son como una familia que vive en esa casa. Al igual que en cualquier hogar, para mantenerlo limpio, necesitamos a alguien que se encargue de la limpieza, la cocina y traiga alimentos frescos. Sin embargo, ¿qué sucede si el encargado de la limpieza no realiza su trabajo? La suciedad se acumula, los platos se quedan sin lavar y se genera un mal olor. La mugre comienza a pegarse, aparecen gusanos, cucarachas, ratones y arañas.
Lo mismo ocurre en nuestro cuerpo. Si no eliminamos los residuos metabólicos de manera adecuada, se acumulan y alteran el ecosistema de microbios, virus y bacterias que conviven naturalmente con nosotros. Aquí es donde debemos aclarar el error común de culpar a estos microorganismos de las enfermedades, cuando en realidad forman parte de nuestro equilibrio orgánico. El problema radica en la suciedad acumulada en nuestro cuerpo, en la basura que no sabemos cómo eliminar.
Esta ley básica establece que después de cada comida principal debe haber una evacuación intestinal. Esta evacuación debe cumplir con características específicas:
- El diámetro de las heces no debe ser mayor a 2 cm.
- Deben tener un color café claro.
- No deben tener un olor fuerte.
- Deben ser consistentes y eliminarse sin esfuerzo.
Si no se cumple esta ley, comienzan a manifestarse síntomas digestivos básicos, como dolor abdominal de intensidad variable y ubicación diversa, acidez estomacal, náuseas, vómitos, cambios en los hábitos intestinales (diarrea o estreñimiento), distensión abdominal, sangrado gastrointestinal, pérdida de peso no intencional, fatiga y debilidad, cambios en el apetito y dificultad para tragar.
Estos síntomas son la antesala de diversas enfermedades digestivas, algunas de las cuales son crónicas y pueden afectar gravemente nuestra calidad de vida. Aquí hay un vistazo a algunas de ellas:
- Enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE): Se caracteriza por el retorno del contenido ácido del estómago hacia el esófago, causando acidez estomacal, regurgitación y otros síntomas relacionados.
- Gastritis: Inflamación de la mucosa gástrica, que puede ser causada por infecciones, uso prolongado de medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINEs), estrés, consumo excesivo de alcohol u otras causas.
- Úlcera péptica: Lesión en la mucosa del estómago o duodeno, generalmente causada por la infección por Helicobacter pylori o el uso prolongado de AINEs. Puede ocasionar dolor abdominal, sangrado gastrointestinal y otros síntomas.
- Síndrome del intestino irritable (SII): Trastorno crónico del intestino que causa dolor abdominal, cambios en los hábitos intestinales (diarrea y/o estreñimiento) y otros síntomas relacionados.
- Enfermedad inflamatoria intestinal (EII): Incluye la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, que son enfermedades crónicas caracterizadas por la inflamación del tracto digestivo. Pueden causar diarrea, dolor abdominal, pérdida de peso y otros síntomas.
- Hepatitis: Inflamación del hígado, generalmente causada por una infección viral (hepatitis A, B, C, etc.), consumo excesivo de alcohol, drogas o enfermedades autoinmunes.
- Pancreatitis: Inflamación del páncreas, que puede ser aguda o crónica. Las causas más comunes incluyen la presencia de cálculos biliares, consumo excesivo de alcohol, traumatismo abdominal y ciertos medicamentos.
- Enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA): Acumulación de grasa en el hígado en personas que no consumen alcohol en exceso. Puede llevar a la inflamación y cicatrización del hígado (esteatohepatitis no alcohólica) y eventualmente a la cirrosis.
- Enfermedad de cálculos biliares: Formación de cálculos en la vesícula biliar o los conductos biliares, que pueden causar dolor abdominal intenso, náuseas y vómitos.
La etiqueta de «enfermedades crónicas» que a menudo se les asigna a estas afecciones tiene un impacto crítico en la persona a nivel psicológico, físico y social. Se les arrebata la esperanza de tener una vida normal y corriente, creando un panorama desolador para el futuro.
Con el paso del tiempo, muchas de estas enfermedades crónicas pueden transformarse en cánceres mortales. Aquí, la persona se encuentra entre la espada y la pared, ya que si no sigue al pie de la letra las normas establecidas, se enfrenta a un destino incierto. Algunos de los cánceres digestivos más comunes son:
- Cáncer colorrectal: Afecta el colon o el recto y es uno de los tipos más comunes de cáncer digestivo.
- Cáncer de estómago (cáncer gástrico): Se origina en las células del revestimiento del estómago y puede afectar diferentes partes del órgano.
- Cáncer de esófago: Se desarrolla en el revestimiento del esófago, el tubo que conecta la garganta con el estómago.
- Cáncer de hígado: Puede comenzar en las células del hígado y se clasifica en diferentes tipos, como el carcinoma hepatocelular, el colangiocarcinoma y el angiosarcoma hepático.
- Cáncer de páncreas: Se origina en las células del páncreas, un órgano ubicado detrás del estómago.
- Cáncer de vesícula biliar: Afecta la vesícula biliar, un órgano pequeño ubicado debajo del hígado que almacena bilis.
- Cáncer de intestino delgado: Se desarrolla en el intestino delgado, la parte del tracto digestivo que conecta el estómago con el intestino grueso.
- Cáncer de ano: Se origina en las células del ano, la abertura final del tracto digestivo.
- Cáncer de cabeza y cuello: Puede afectar varias áreas, como la boca, la garganta, las amígdalas, la laringe o el esófago superior.
- Cáncer de colon ascendente o descendente: Se encuentra en el tramo ascendente o descendente del colon, que es la parte del intestino grueso.
Estas enfermedades y cánceres asociados pueden tener graves consecuencias para la calidad de vida y la supervivencia de una persona. Sin embargo, es importante destacar que muchas de ellas pueden prevenirse o controlarse adecuadamente a través de la comprensión y aplicación de la ley de limpieza de nuestro cuerpo.
La ley de limpieza nos enseña que después de cada comida principal debe producirse una evacuación intestinal que cumpla con características específicas, tales como:
- Su diámetro no debe ser mayor a 2 cm.
- Debe ser de color café claro.
- No debe tener un olor fuerte.
- Debe ser flácida.
- Su eliminación debe ocurrir sin esfuerzo.
Cuando esta ley no se cumple, comienzan a manifestarse síntomas básicos a nivel digestivo, como dolor abdominal, acidez estomacal, náuseas y vómitos, cambios en los hábitos intestinales, distensión abdominal, sangrado gastrointestinal, pérdida de peso no intencional, fatiga y debilidad, cambios en el apetito y dificultad para tragar.
La acumulación de residuos metabólicos debido a la falta de cumplimiento de esta ley puede alterar el equilibrio del ecosistema microbiano, viral y bacteriano naturalmente presente en nuestro cuerpo. Es fundamental comprender que estos microorganismos no son los responsables de las enfermedades, sino que forman parte de nuestro equilibrio orgánico. El problema radica en la suciedad y la basura acumulada en nuestro cuerpo debido a la falta de conocimiento sobre esta ley básica de limpieza.
Es esencial que tomemos conciencia de la importancia de mantener limpio nuestro cuerpo, siguiendo esta ley fundamental. Al hacerlo, podemos prevenir y controlar diversas enfermedades digestivas, promover la salud intestinal y mejorar nuestra calidad de vida. Consultar a profesionales de la salud, como médicos, nutricionistas o especialistas en enfermedades digestivas, puede ser de gran ayuda para obtener información y orientación adecuada sobre cómo mantener nuestro cuerpo en equilibrio y prevenir problemas digestivos.